martes, 19 de marzo de 2013

Los creadores de [REC] vuelven al cine de terror con [ERE]

Sorprendente cinta en la que se explora el horror tras la Reforma Laboral.


Tras [REC 3] (Paco Plaza, 2012), la más esperpéntica e irónica de las tres películas iniciadas con [REC], Filmax presenta la cuarta entrega de la saga, convenientemente titulada [ERE]. Recupera con ella el tono inicial, recurriendo de nuevo al impacto de los sustos, a la carnaza por la carnaza y al lado más abstracto y puro del terror.

Jaume Balagueró ha entendido que cine de terror y cine de monstruos no son sinónimos y que, por tanto, es necesario estremecer al espectador con situaciones que supongan una amenaza real pero inevitable. Y no hay nada más inquietante que el jefe de una oficina saliendo de su despacho carraspeando y pidiendo que le escuchen "unos minutos para hablar de la situación actual de la empresa". Y justo con una escena así, con ese primer sobresalto que hará chillar hasta a los más audaces, arranca [ERE].


La acción se centra en las oficinas de una agencia de publicidad barcelonesa que, en periodo de crisis, va viendo cómo sus trabajadores desaparecen uno a uno, entrando en el despacho del jefe para no volver a ser vistos nunca más. Al ver su escritorio vacío, Alicia, la ejecutiva de cuentas que protagoniza la película, preguntará "¿Dónde está Juanjo?". El silencio será lo único que recibirá como respuesta. Y tras Juanjo llegará el turno de Marta, Ana, Ainhoa, Esther, David, Juan…

Pese a todo, Balagueró es fiel al género y sabe que lo que aprecia el fan del terror es presenciar cómo el despertar del desastre acontece despacio y silenciosamente, sin que los personajes sean conscientes de ello. A mitad del metraje, y cuando ya está claro que estamos ante una lucha por la supervivencia en la que pocos permanecerán en pie, será la propia Alicia la que diga en voz baja, para que no le oigan sus jefes, "asumámoslo, esto es un ERE".

Balagueró hace estallar la potencia del género zombi para llevarlo a una situación laboral penosa, y lo filma con maestría, sin abandonar el punto de vista único que dio fama a [REC]: el enfoque subjetivo de la cámara en mano. La película está montada, en parte, con las grabaciones que hacen los trabajadores con el móvil cada vez que se reúnen con el jefe para firmar el despido, con el fin de usar luego esos vídeos como prueba en una posible demanda laboral. Muchas veces la pantalla se queda en negro y solo podemos escuchar el audio de tediosas reuniones entre el encargado de Recursos Humanos y los trabajadores, intentando llegar a un acuerdo por el finiquito. Aterrador.

Poco a poco, el miedo a ser uno de los que ya no están entre nosotros convertirá el film en una reflexión sobre la propia capacidad de supervivencia en situaciones límite. Llegado cierto punto, Alicia incluso se verá obligada (por orden de sus jefes) a despedir a compañeros suyos. ¿Es fácil deshacerse de alguien que hasta hace poco era un compañero tuyo?. Sigue pareciendo la misma persona, pero ya no es de los tuyos. Si lo que quiere es sobrevivir, Alicia tendrá que verlos como lo que son: pedazos de carne muy enfadados.

En definitiva, Balagueró ofrece la película más terrorífica en lo que va de año, una película en la que vuelve a sus orígenes como director y nos ofrece un terror abstracto, sin rostro, oculto bajo el papeleo en el departamento de RRHH. Los fans más acérrimos quedarán satisfechos con unas dosis de gore que no son usuales en el cine actual cuando, por ejemplo, se leen en voz alta las condiciones del despido.

¿La única superviviente? Alicia… o no. La película termina con el director de la oficina diciendo, fuera de campo, "Alicia, ¿puedes venir un momentito al despacho?". Y funde a negro con un grito ahogado.

    Lo Mejor: Una película de terror con la que al fin podemos empatizar.

    Lo peor: La previsible ausencia de un sindicato laboral.
 

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