jueves, 11 de julio de 2013

¿Sindicatos pidiendo más gasto militar? No nos lo podemos creer

¿Por qué la agenda antimilitarista no está presente en el sindicalismo al uso?.

Todos hemos asistido a peroratas laudatorias del sindicalismo "de clase" lanzadas por sindicalistas de las principales marcas (no queremos dar nombres) en las que, tras las loas merecidas a la lucha de los trabajadores de otros tiempos, acaban explicando la buena vecindad de los sindicatos de ahora con el régimen que los legaliza y constitucionaliza como los "agentes sociales" (la mayoría de las veces ninguneando a quienes no tienen ese merecimiento en la Constitución) y el "sentido de responsabilidad" con el que conducen sus siempre complicadas y muchas veces casi incomprensibles negociaciones con los sectores capitalistas más furibundos y con las políticas neoliberales de nuestros políticos oligárquicos.

Muchos nos hemos sorprendido por lo que, tal vez por nuestro despiste, aparece como una especie de instalación en el conformismo y en un abandono no ya de los intereses "de clase" que dicen defender, sino de la más mínima sintonía con las aspiraciones de justicia social de la inmensa mayoría de la sociedad, que cada vez los ve más como parte del aparato de sorebrerpesentación que pesa como una losa sobre nuestros sufridos lomos.  No deja de sorprendernos la poca talla en esta materia de muchos sindicalistas de oficio (y no queremos dar nombres, aunque mucho nos tememos que tampoco hace falta).

A nosotros en concreto hay dos realidades que nos asombran y perturban más aún:

La primera: que aún mantienen vigente la aspiración de cambiar de arriba abajo este sistema capitalista y maximalizan hasta el frenesí esta aspiración, pero, sin embargo, minimizan todo lo que tiene que ver con la crítica y lucha contra el militarismo connatural al capitalismo.  Y pareciera que piensan hacer su revolución de máximos pero sin tocar en lo más mínimo los aparatos de control social y la estructura de violencia militar de éste. Es una especie de paradoja de querer lo más de lejos pero aspirando a lo menos en lo concreto.

La segunda: que habitualmente no forma parte alguna en sus agendas políticas operativas la más mínima crítica al gasto militar abrumador, al intervencionismo de nuestros flamantes ejércitos, a la escandalosa componenda político-industrial del complejo militar-industrial, con ministros puerta giratoria incluidos, a la producción y fabricación de armas destinadas a la exportación y explotación de otros pueblos.

Y sin embargo esto no ha sido siempre así. El sindicalismo en otras ocasiones fue fuertemente pacifista y uno de los motores del pensamiento antimilitarista. Otras expresiones sindicales promueven luchas pacifistas más o menos clásicas, como la objeción fiscal, la objeción laboral y científica, la reivindicación de gasto militar transarmado para fines sociales, de conversión de las industrias militares, etc. ¿Qué ha ocurrido entonces? ¿Es que somos unos ingenuos e ignorantes comeflores que no nos enteramos de qué va el mundo? ¿Que defender el trabajo de los de aquí justifica cualquier apuesta, incluida la que fomenta la explotación de los de otros sitios o el imperialismo del que nuestra industria militar forma parte privilegiada?.

¿Por qué la agenda antimilitarista no forma parte de sus agendas propias? ¿Por qué la idea de paz de estos sindicatos no deja de ser una idea estética y retórica pero sin contenido?¿Por qué se ve tanta distancia entre luchas que coherentemente deben ir unidas? Pongamos el caso de la Federación de Industria de UGT, un sindicato socialista según sus propios orígenes e ideario.

En un reciente comunicado dicen que los últimos recortes en los programas de defensa ponen en riesgo a España de perder capacidad tecnológica en un sector puntero y afirman sin sonrojo que "España no puede permitirse el lujo de perder el tren de la innovación en defensa".

Dicen más y peor:

A pesar de que España tiene capacidad tecnológica suficiente como para poder montar íntegramente un avión en las fábricas de nuestro país, los continuos recortes sufridos por los programas del Ministerio de Defensa están haciendo tambalear una de las pocas industrias que han resistido, hasta ahora, las consecuencias de la crisis, y que ha seguido creando empleo de calidad altamente cualificado que pueden contribuir al cambio de modelo productivo que demanda MCA-UGT.

¿El modelo social y el cambio de modelo productivo que propone MCA-UGT descansa sobre el armamentismo? No lo podemos creer. Reclaman al Gobierno que instale en España una linea de montaje final del A-320 y que dote de más carga de trabajo a la industria militar. Lo dicho, no nos lo podemos creer.


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