martes, 19 de mayo de 2015

La gran oportunidad

El próximo 24 de mayo es el día clave, el punto de inflexión que cambiará nuestras vidas, el momento en que se empezarán a solucionar nuestros problemas ... es decir, lo mismo de cada cuatro años (o menos si tenemos en cuenta otras convocatorias).

A mí esta fecha tan transcendental me recuerda a ese partido del siglo que se celebra irremediablemente todos los años, aunque tengo que reconocer que hay una diferencia ya que hay algunos, normalmente pocos, partidos del siglo que no decepcionan a los aficionados mientras que todavía no he vivido ninguna "elección del cambio" que no haya defraudado (sí también a Hacienda).

Por obra y gracia de ese "momento histórico" durante estos días estamos sometidos a un bombardeo continuo de frases grandilocuentes, soluciones que el iluminado de turno tiene a bien regalarnos a la plebe, en definitiva, mensajes pidiéndonos lo que tanto les importa, nuestro voto o lo que en un increíble ejercicio de cinismo ellos llaman participación, es decir ir un día a una urna a depositar nuestras ilusiones a cambio de dejarles tranquilos los 1460 días restantes de la legislatura.

Hace ya unos cuantos años Albert Einstein dijo:

Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.
A lo largo de los muchos años de existencia de la democracia parlamentaria [1], con algunas honrosas excepciones siempre hemos hecho lo mismo, es decir el día de las elecciones hemos ido a votar o tal vez no hemos ido, y el resto de los días de la legislatura nos hemos quedado en casa escuchando las enésimas mentiras de los políticos o con suerte hemos participado en alguna tertulia en el bar de la esquina quejándonos de lo mal que nos va con este gobierno y de lo penosa que resulta la oposición.

Tal vez sea el momento de hacer caso por una vez, a Einstein y el día 24 votar o no votar, pero el día 25 salir a la calle a protestar y el 26 pedirle cuentas al politifioso de turno y el 27 exigirle que destine una partida de X euros al servicio Y, y el 28 que firme determinado acuerdo...

En definitiva estar día sí y día también detrás de los politicastros, fiscalizándoles las cuentas, denunciando lo que hacen y lo que no hacen, haciendo política en suma, porque si seguimos delegando, si dejamos la política otra vez en manos de los profesionales, si permitimos que los deshonestos [2] sigan dictando nuestros pasos, con independencia de que votemos o de que nos abstengamos, seguiremos haciendo lo mismo, y como decía Einstein, el resultado será el de siempre.


Zenon

[1] Democracia parlamentaria, también conocida tristemente como democracia de representantes que no representan a nadie porque están muy ocupados en ocuparse de sus propios intereses.
 
[2] El mundo se divide en dos tipos de personas: los honestos y los políticos.

2 comentarios:

  1. Claro que tenemos todos los días del año para participar y exigir que se hagan las cosas bien, pero eso no resta importancia al día que votas (o dejas que otros voten). Del resultado va depender que haya un gobierno que aporte medidas de participación ciudadana, que invierta en educación o que aplique leyes de trasparencia para todos los cargos públicos.

    Estamos acostumbrados a un modelo de política donde los “elegidos” redactan leyes que el pueblo debe acatar. Desde Podemos se está proponiendo que sea la gente a través de los círculos quien haga llegar las necesidades a los políticos, de forma que las leyes se construyan de abajo a arriba y no como hasta ahora.

    La otra opción es seguir quejándonos en la barra del bar y dejar que la casta continúe campando a sus anchas.

    Ojalá viviéramos otra situación social más evolucionada, pero la realidad es la que es, y si queremos cambiarla necesitamos apoyo y voluntad para hacer las cosas bien. Es muy cómodo posicionarse en la idea de que ninguna opción merece la pena, pero se trata de un momento histórico donde hay una gran oportunidad de cambiar las cosas y es responsabilidad de todos aportar nuestro granito de arena.

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  2. La cuestión es que otorgar importancia a la elección del illuminati acaba desactivando otras opciones de participación política que son realmente las únicas que pueden cambiar el sistema/transformar la sociedad. Es precisamente el conceder tanta importancia al hecho singular de elegir al líder/caudillo, al que tiene las soluciones, lo que provoca la transmutación de la acción social en la comodidad del sofá, "yo ya he cumplido eligiendo a Y, ahora hay que dejarle actuar para ver si hace lo que dijo".

    La aparición de los "-emos" precisamente lo que ha acabado provocando es una desmovilización ciudadana, esa ilusión que ha generado en muchas personas hace que, en el mejor de los casos, se redirija el esfuerzo a la "conquista" del poder (con la consiguiente disolución del mismo en sus cloacas) y en el peor de los casos se cambie por un "vamos a ver que hacen"; las mareas ciudadanas ya no son el tsunami que parecian poder alcanzar hace dos años quedando ahora casi convertidas en simples marejadillas y eso ha sido debido a que las fuerzas políticas surgidas de estos movimientos han fijado como objetivo las elecciones.

    No olvidemos que la ley mordaza no se ha hecho para parar los pies a los círculos morados, sino precisamente para dificultad la protesta de grupos ciudadanos, como han sido las mareas, dificilmente controladas por partidos o sindicatos domesticados. Eso a mí al menos, me viene a sugerir que el miedo de la "casta" ¿o era caspa? es precisamente la movilización ciudadana más o menos espontánea, cualquier colectivo autogestionado (centros sociales, grupos de consumo, ...) se acaba convirtiendo por mor de un decreto en grupos casi terristas; lo que ellos temen son las formas de participación que se salen de sus reglas y hoy por hoy la urna forma parte de su conjunto de reglas para mantener controlada la sociedad, esa urna no es un receptáculo de ilusiones y esperanzas sino una gran celda de metacrilato.

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