1. f. Ausencia de poder público.
2. f. Desconcierto, incoherencia, barullo.
3. f. anarquismo (‖ doctrina que propugna la supresión del Estado).
Es evidente que los anarquistas estarán muy de acuerdo con la tercera de esta acepciones, ya que el Estado ha sido el instrumento de dominación que los de arriba (seas del color y de la época que sea) han utilizado para dominar a los de abajo. Y es así porque todo aquel que tiene poder, curiosamente siempre, se coloca por encima del común de sus vecinos o conciudadanos. En cualquier evento civil, religioso o castrense se observa, sin que quede suficientemente justificado el por qué, este fenómeno. Por ello algo hay de verdad en la primera acepción, ya que si de personas libres e iguales se trata no tiene sentido un poder coercitivo en manos de alguien que pretenda imponerlo a los demás. Por lo tanto la primera y la tercera acepción vienen en definitiva a decir lo mismo.
Igualmente es evidente que los anarquistas no aceptarán de ninguna forma la segunda acepción ya que la anarquía, para quienes en ella creen, es orden perfecto, orden natural de las cosas y relaciones humanas. La persona que aspira a ser anarquista rechaza el desconcierto, la incoherencia o el barullo, ya que en nada contribuyen a la creación de relaciones humanas libres e iguales. Nada se puede construir desde esa situación de "desorden", precisamente cuando la suma de voluntades exige la más exquisita de las coherencias y conciertos. Las colectividades, obra de anarquistas, se sustentaban en la libre adhesión de quienes colectivamente habían decidido planificar (nada de barullo), de manera racional y técnica, no sólo la producción de bienes, sino, y esto es muy importante, el consumo de los mismos. Porque no es posible la primera sin el segundo, de suerte que en estos críticos momentos al faltar consumo quiebran las empresas que producen.
Los anarquistas propugnan como forma de organización social el anarquismo, que siguiendo a la real academia es un movimiento social que pretende la eliminación de todo poder que constriña la libertad individual. No obstante hay que concretar que la libertad de cada persona está siempre limitada por la libertad de los demás y que es en ella donde se concentra la esencia de la anarquía. Entendida como una facultad de elegir limitada precisamente por el esencial respeto a la persona y libertad de los demás. Es una libertad profundamente ética y social, nada parecido a lo que se ha entendido por "libertad" burguesa, individual, caprichosa y egoísta. Precisamente el interés de los poderosos que a lo largo de la historia han vivido del pueblo, ha conferido a la anarquía este calificativo de desorden incoherente. Uno de sus objetivos ha sido ocultar la enorme grandeza de la anarquía a todos los pueblos, creando el miedo al "caos" para legitimar el "orden", su orden injusto y manipulativo.
Por ello todas aquellas personas que crean sinceramente en su capacidad para ser libres e iguales, son anarquistas, aunque no lo sepan o incluso les suene mal esta hermosa palabra cargada de futuro para la humanidad.
Rafael Fenoy
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