No es todavía, o al menos según establece la Organización Mundial de Salud, una enfermedad con carácter oficial, pero en al ámbito laboral se centran las causas. La ausencia de estudios impide conocer datos relativos al nivel de incidencia y los efectos sobre la salud de eso que algunos ya conocen y denominan "electrosensibilidad" (Alérgicos al wifi, antenas y móviles) y que, según estiman los expertos, va camino de convertirse en uno de los grandes males de la llamada "sociedad de la información".
Se sabe más bien poco sobre esta dolencia que aunque parece depender del desarrollo tecnológico lleva varios años sumando afectados. Conocida también por el sobrenombre de "alergia al wifi" -aunque su impacto sobre la salud no depende exclusivamente de redes inalámbricas-, lo que sí se sabe es que se trata de una enfermedad generada por la exposición continuada a campos electromagnéticos y que puede dar lugar a síntomas como la pérdida de la memoria a corto plazo, vómitos, dolores de cabeza, mareos o irritación, que se intensifican cuando el afectado permanece próximo a aparatos eléctricos. Estudios realizados por científicos independientes indican que, a día de hoy, la electrosensibilidad podría afectar a una de cada mil personas, y el Consejo Europeo ya ha advertido sobre los efectos nocivos de este tipo de ondas. [Resolución del Consejo Europeo].
Al margen de nombres que la definan lo cierto es que esta enfermedad invisible, en la que se siente el dolor pero no se ve qué lo provoca, ha comenzado a dar pequeños pasos en su lucha por el reconocimiento. Solo hace algunos meses que Minerva Palomar, electrosensible desde hace 15 años, consiguió que un juez le concediera la incapacidad permanente debido a este problema. Cierto es que hizo falta un extenuante paseíllo por abogados y tribunales para conseguirlo, pero también ha puesto la primera piedra en el camino de una incontable lista de afectados.
Resulta cuando menos curioso que un "alérgico al wifi" se vea obligado a recurrir a Internet como método para conocer las causas de su problema. La desesperación ante un trastorno cuyos síntomas se camuflan con los de enfermedades comunes han forzado a los afectados a tirar la toalla ante una cura que intuyen compleja y a centrarse en la búsqueda de sistemas de prevención. Hay, sin embargo, quienes comparan el mal causado por las radiaciones de aparatos como el router wifi o el teléfono inalámbrico con el generado por sustancias como el tabaco o el amianto. Y no les resulta un paralelismo alarmante.
La generación que viene
Ha empezado, en palabras de enfermos y expertos, la era de una "generación de electrosensibles". "En etapas anteriores no ha habido un contacto tan fuerte con las nuevas tecnologías como ahora. Los niños ya juegan con móviles y tienen wifi en el colegio", alerta José Miguel Rodríguez, director de la empresa de estudios geoambientales Geosanix.
Los efectos de las ondas en quien padece electrosensibilidad se multiplican a medida que permanece expuesto a ellas. "Aunque te empiece afectando el wifi cuando llevas mucho tiempo recibiendo radiaciones te acabará afectando todo: el cableado eléctrico, el teléfono…Llegas a un estado en que tu cuerpo se vuelve extremadamente sensible y notas las ondas que desprende cualquier cosa que lleve un enchufe", cuenta Yolanda, que empezó a encontrarse mal por una antena instalada frente a su casa y ahora siente incluso el inalámbrico del vecino.
Sin medicamentos ni asistencia
Los síntomas generados por la electrosensibilidad son el primer capítulo de la lucha que los afectados libran cada día. Que la enfermedad no se haya reconocido aún por la OMS supone, entre otras consecuencias, la inexistencia de protocolos sanitarios al respecto y una "ignorancia médica" que les lleva a pasar meses e incluso años en un desesperado peregrinaje por consultas y hospitales.
El ejemplo sueco
Pacientes electrosensibles y expertos españoles ven en Suecia el paraíso en el que esta enfermedad dejaría de ser algo extraño. Se trata del primer país que ha reconocido la electrosensibilidad como enfermedad y en consecuencia como causa de baja laboral. No solo no ha hecho falta un pronunciamiento por parte de la OMS para conseguir el logro, sino que el Parlamento Europeo ya ha solicitado a todos los estados miembros seguir los pasos de Suecia y reconocer la electrosensibilidad del modo que merece.
La legislación sueca ha calificado la electrosensibilidad como motivo de discapacidad y ya se están dando los primeros pasos en países como Alemania o Inglaterra para minimizar los efectos de las ondas. "En Suecia hay tratamientos especializados para aquellos que padecen electrosensibilidad, hay protocolos específicos y normas que impiden la colocación de antenas allí donde puedan afectar a la salud pública", indica José Miguel Rodríguez, de Geosanix. Es el paraíso soñado para la generación de electrosensibles, el que esperan que algún día llegue a España.
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