Forzar cargas innecesarias: Pese a que dar cargas de corta duración al terminal no lo perjudica, sí que es cierto que el hecho de que consumas rápido la carga por un uso intensivo del móvil (y esto obligue a cargar de forma continuada) la salud de la batería se acabará resintiendo a corto plazo.
Que la batería llegue al mínimo: Cuando el móvil se queda sin batería, alguna vez hemos optado por intentar encenderlo de nuevo. Un hábito que suele afectar al mínimo de energía que estas siempre guardan. El indicador de la batería suele mostrar los porcentajes de carga que quedan. En condiciones normales, cuando este llega al 0% suele apagarse el terminal, aunque este sigue guardando ese mínimo de energía que permite que la batería mantenga su buena salud. Un remanso de energía que, de intentar encenderlo, puede afectar a la duración futura... E incluso provocar problemas serios de carga.
Exponer la batería a altas temperaturas: Es importante disponer de apps que avisen de la temperatura del terminal, así como alejar el móvil de fuentes de calor intensas (o dejarlo al sol). Todo esto acabaría provocando un daño irreparable a la batería. De hecho, las semanas posteriores al verano suelen ser las que con más frecuencia suman casos de reparaciones por este motivo o, directamente, un cambio de smartphone.
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