viernes, 3 de agosto de 2018

Greenpeace: Ola de calor

Ha llegado a España la primera ola de calor del verano, con máximas por encima de los 40 grados.
  
Y aunque a nuestro país llegan esta semana, ya se han registrado este verano intensas olas de calor desde Suecia y Noruega —donde las llamas de los incendios forestales han llegado hasta el Círculo Polar Ártico— hasta Japón, donde más de 90 personas han muerto, las mismas que en los incendios de Grecia. Y sigue ardiendo California en un incendio incontrolable hasta que las condiciones meteorológicas mejoren.
   
Según los expertos, las posibilidades de que estos fenómenos sean cada vez más drásticos y peligrosos aumentan debido al cambio climático. Mientras tanto, políticos como Trump siguen negándolo y abandonando la lucha para frenarlo. La realidad que estamos viendo es que el cambio climático cuesta vidas humanas, y el hecho de negarlo o no hacer nada lo pagan con su vida poblaciones enteras, especialmente aquellas en situación de gran vulnerabilidad.
  
Desde hace años el calor asfixiante no solo se vive en la superficie, también en los océanos, donde la temperatura del agua se ha disparado. Las consecuencias para la vida marina son letales, especialmente para los arrecifes de coral. En Australia, durante la última ola de calor, murió un tercio de la Gran Barrera de Coral.
  
En España se ha relacionado este aumento de la temperatura con el incremento de la tasa de reproducción de las medusas, con lo que las poblaciones de medusas están proliferando exponencialmente, al igual que lo hacen las bacterias y se incrementa el riesgo de enfermedades relacionadas con la calidad del agua.
  
Sabemos que el clima está cambiando a pasos agigantados como consecuencia de la actividad humana, sobre todo por el uso del carbón, el petróleo y el gas como fuentes de energía.
  
En Greenpeace queremos decirle al nuevo Gobierno que frente al cambio climático no bastan solo buenas palabras. Este año seguiremos trabajando para que acaben con las subvenciones que reciben las grandes eléctricas —que les permiten seguir contaminando nuestro aire, generar cambio climático y disminuir nuestra calidad de vida— y establezcan un calendario para el cierre en 2025 de las centrales de carbón y nucleares y las sustituyan por energías renovables.
Greenpeace

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