En el caso de Madrid, existe desde hace 20 años una gran incineradora en Valdemingómez, que quema anualmente más de 300.000 toneladas de residuos urbanos, y es gestionada por la empresa Tirmadrid mediante una concesión de 20 años. Está situada en territorio de Madrid capital, pero afecta a cientos de miles de habitantes de los distritos de Villa de Vallecas, Pueblo de Vallecas, y de los pueblos de Rivas Vaciamadrid o Arganda, y es un auténtico peligro para la salud. Históricamente existió una fuerte lucha contra su puesta en marcha y posteriormente para exigir estudios independientes para valorar su impacto en la salud de la población.
La alianza de intereses entre el PP que ha gobernado ininterrumpidamente el Ayuntamiento de Madrid desde su apertura hasta el 2015, con IU de Rivas que lleva gobernando ininterrumpidamente desde 1991 hasta la actualidad, y ha demostrado estar más interesado en seguir vendiendo viviendas en su término municipal (Rivas pasó de 650 habitantes en 1981 a los 82.000 actuales, es la población que más rápido ha crecido de España en los últimos veinte años), fueron la combinación perfecta para acabar con la Plataforma Anti Incineradora.
En la actualidad, con un gobierno en Madrid capital de Ahora Madrid, que ha manifestado públicamente que para defender la salud "debemos actuar sobre sus verdaderos determinantes: mejorando las condiciones sociales, económicas, ambientales, políticas y culturales", así como que "no podemos permitir que nuestras ciudades generen enfermedad con su aire contaminado", esperamos que Manuela Carmena y su equipo tomen medidas que paralicen el funcionamiento de dicha incineradora y se opte por otro modelo de tratamiento de los residuos urbanos.
Hay varias sustancias producidas en una incineradora: cenizas, escorias y gases emitidos por la chimenea. Las dos primeras son residuos tóxicos con contenidos muy altos en dioxinas y metales pesados que deben llevarse a vertederos tóxicos, que a la larga serán contaminantes. Respecto a los gases emitidos, contienen diversas sustancias:
- Micropartículas, son las más finas, "respirables". Las menores de 0.1µm (ultrafinas), no son frenadas por los mecanismos de protección del sistema respiratorio y llegan a los alveolos pulmonares resultando, así, lesivas para la salud humana. Se relacionan con enfermedades del aparato respiratorio como asma e incremento de mortalidad prematura por enfermedades respiratorias y del corazón. La mayoría de las partículas que se forman son ultrafinas y los filtros de las incineradoras son incapaces de retenerlas. Hay estudios que demuestran incremento de la mortalidad por mínimos aumentos de las micropartículas en el ambiente.Diferentes estudios internacionales han demostrado aumento de tumores malignos de todos los cánceres combinados, estómago, colorrectal, hepático y pulmonar, sarcomas de tejidos blandos y linfomas, cáncer y leucemias infantiles, cáncer de mama, malformaciones congénitas (labio leporino y paladar hendido), espina bífida, alteraciones hormonales en niños (sexuales y tiroideas).
- Gases atmosféricos: Son tres los principales gases emitidos por las incineradoras con efectos nocivos sobre la salud humana: óxidos de nitrógeno, aerosoles ácidos y dióxido carbónico.
- Metales Pesados: que aunque en los últimos años se han reducido sus niveles en los gases de chimenea, lógicamente aumentan en las cenizas.
- Dioxinas, furanos y policlorobifenilos: son contaminantes orgánicos persistentes. Las dioxinas tienden a acumularse en la cadena alimentaria. Una vez que han entrado en nuestro organismo se unen a las grasas de forma permanente, de forma que su vida media en el cuerpo es, como promedio, de siete años.
- Hidrocarburos policíclicos aromáticos y otros productos desconocidos, de los que se estima que pueden ser tan tóxicos como los conocidos.
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