Los contaminantes hormonales, como el bisfenol-A, migran a los alimentos desde el material con el que se fabrican y recubren los envases alimentarios como tápers, latas de conservas, bolsas de palomitas o cajas de pizza. Esta migración expone a la población a contaminantes hormonales relacionados con diversos daños a la salud.
Un reciente informe que analiza los daños que supone esta exposición sobre la salud del feto y la infancia ha llevado a los europarlamentarios a solicitar la prohibición del bisfenol-A (BPA) en todos los envases alimentarios, así como la revisión de la normativa europea de Materiales en Contacto con Alimentos por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
Según la exposición de motivos del Parlamento Europeo:
Los materiales en contacto con alimentos se utilizan profusamente en la vida diaria en forma de embalajes, utensilios de cocina, vajilla, etc. Cuando entran en contacto con alimentos, y según su composición y propiedades, los diferentes materiales pueden comportarse de forma distinta y transferir sus componentes a los alimentos. En tales casos, los productos químicos que emanan de estos materiales pueden poner en peligro la salud humana o modificar negativamente la composición de los productos alimenticios.En marzo de 2016, la Comisión Europea propuso una insuficiente reducción del bisfenol-A que migra de los plásticos, barnices y recubrimientos de envases alimentarios desde 0,6 mg por kg a 0,5 mg por kg. Ahora, los europarlamentarios han pedido una limitación mayor y para todos los envases alimentarios, incluyendo botellas de agua o latas de conserva.
Tras la petición del Parlamento Europeo, ahora le toca a la Comisión Europea redactar nuevas normativas que regulen adecuadamente los tóxicos con los que se fabrican los envases de alimentos, ya que las actuales no son adecuadas. A los estados europeos les corresponde vigilar que la Comisión cumpla con ese deber frente a la salud de la población europea.
Como hemos tratado en otros posts, el bisfenol-A no es el único contaminante hormonal que contamina nuestros alimentos a través de envases como latas, tápers o cartón. Nuestra comida también recibe contaminantes como ftalatos de envases de plástico, sustancias perfluoradas (PFOA) del material antiadherente como el teflón de las sartenes.
Estos contaminantes hormonales o disruptores endocrinos contaminan de forma persistente nuestro entorno y nuestros cuerpos, y se relacionan con daños al desarrollo embrionario, neuronal, inmunitario, diabetes, obesidad y cáncer en órganos relacionados con las hormonas, como cáncer de pecho, testículo o tiroides.
Paralelamente a esta resolución del Parlamento Europeo, los estados miembros están votando una propuesta de la Comisión para definir las sustancias que alteran el sistema hormonal. Lo que se vote influye en nuestras vidas ya que decidirá si algunos peligrosos contaminantes hormonales podrían seguir en productos de uso diario o prohibirse de nuestro entorno.
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