Cuando un trabajador se plantea emprender un negocio por cuenta propia son muchas las incógnitas a las que se enfrenta. Por un lado, pasar de ser un empleado en una empresa a ser trabajador autónomo es cruzar una frontera psicológica que siempre genera dudas, independientemente del país en el que se resida. Por otro, los riesgos económicos que supone pagar una cuota de autónomo hace que el futuro autónomo tenga que recapacitar mucho acerca de la rentabilidad.
La situación se complica si el objetivo es lanzar una startup en España, país conocido por presentar numerosas trabas y obstáculos para emprender y ser autónomo.
Una de esas famosas barreras es la cuota de autónomo mensual, que en comparación con otros países de la Unión Europea, no es precisamente una cuota económica. En España se paga cada mes en torno al 29% de la base de cotización que se haya elegido. Teniendo en cuenta que la mayoría de autónomos –más del 80%– escoge la base mínima de cotización de 919,80 euros al mes, la cuota de autónomo en 2018 asciende a 275 euros mensuales, la misma que en 2017, ya que todavía no hay Presupuestos Generales del Estado para este año.
Hasta la aprobación y puesta en marcha de los presupuestos siguen vigentes los presupuestos de 2017, que ya supusieron un incremento de la cuota. De hecho, se prevé que una vez aprobados los nuevos presupuestos la cuota ascienda de nuevo.
Aunque es importante destacar que, si comparamos los servicios que se reciben con el resto de Europa, el pago de esta cuota incluye una serie de prestaciones que no se disfrutan en otros lugares. Por eso, a la hora de realizar cualquier comparativa, es imprescindible tener en mente no solo lo que se paga, sino lo que se recibe a cambio.
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