Cuando en el trabajo, tu compañero te hablaba de las denuncias falsas y de los hombres asesinados por sus mujeres, lejos de cualquier realidad, tú no hacías nada para cerrarle la boca.
Cuando los fascistas salían el 20-N a la calle a honrar a unos asesinos, tú no sólo no hacías nada, además llamabas violento a quien sí lo hacía.
Cuando en el bar alguien decía que con Franco se vivía mejor, que "puso la seguridad social" y que con él no había delincuencia, tú no le rectificabas.
Cuando alguien decía lo puta que era la María, lo vagos que eran los andaluces, lo agarrados que eran los catalanes o que todos los vascos eran ETA, tú a callar.
Cuando los nazis mataban indigentes a hostias en los 90, tampoco hacías nada.
Cuando ibas al fútbol y veías esvásticas y célticas en las gradas, ni siquiera prestabas atención.
Cuando en el 15-M viste el tinte ciudadanista del asunto, te pareció muy cívico y no atendiste a razones.
Cuando viste fake news en Facebook tragaste con ellas y nunca advertiste a nadie del carácter propagandístico y amarillista de esos medios fascistas.
Cuando los militantes de toda la vida pedían ayuda para combatir al fascismo, tú decías que eran unos marginados y que tenían un discurso alarmista, que España no había fascismo.
Cuando había convocatorias de manifestaciones, tú tenías algún festival o estabas de resaca, o un nuevo juego de la play. El Primero de Mayo para ti era un día festivo para ir a comer por ahí o dar una vuelta en moto.
Cuando los antifas se partían la cara para ganarse la calle y hacerla segura para ti, tú decías que eran igual que los nazis.
Ahora te preguntas lo de Vox, como si esa gente jamás hubiera existido... como si nunca los hubieras tenido delante.
Están ahí... los hay incluso peores y muchos son militares y policías.
Te sorprendes porque te da la gana, porque te lo llevan diciendo toda la puta vida y siempre te ha dado igual.
Nacho Prieto
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