Rosell reelegido presidente de la CEOE |
Llegó a su puesto en diciembre de 2010, pero a pesar del frío, la presidencia de la CEOE echaba humo. Joan Rosell sustituía al ahora preso Gerardo Díaz Ferrán al frente de la confederación de empresarios y, desde su primer discurso se perfiló como un magnífico productor de perlas (periodísticas). "Quizás otros problemas oscurezcan su trabajo, pero para los que estamos dentro, podemos dar fe de su compromiso. Gracias Gerardo", dijo en su primera intervención como líder de los empleadores españoles.
La última fue hace sólo dos días, pero no ha dudado en reafirmarse en su polémica declaración: "Un millón de amas y amos de casa se han apuntado al paro para ver si cobran algún subsidio", dijo en la sacrosanta casa del neoliberalismo español, la fundación FAES, que dirige el expresidente José María Aznar. La frase levantó ampollas en partidos y sindicatos, pero no es la primera y, con la confianza que trasmite el empresariado español, no será la última.
"A la EPA no le doy credibilidad. Dice que hay seis millones de parados y el registro dice cinco. Yo me creo los cinco". Febrero de 2013
No le gustan a Rosell las estadísticas del INE. Será porque, a su juicio, le sobran un millón de parados. Casualidad o no, el número aproximado de amas y amos de casa que intentan rapiñar 400 euros entre lavado y planchado. Esa fue su más enérgica condena a la Encuesta de Población Activa, y tampoco coincidió con el récord de parados.
"Nos debemos de olvidar de los salarios fijos indexados para siempre". Junio de 2011
Como si previera el futuro, Rosell advirtió con rotundidad: "Nos debemos de olvidar de los salarios fijos indexados para siempre, tienen que ser variables". Para él, ligar los sueldos al IPC suponía una "antigualla". Era 2011 y, desde entonces han variado bastante, sobre todo a la baja. Pero tamaña recomendación fue acompañada de un argumento inflamable: "¿Qué tienen que ver los precios de la gasolina con los salarios?".
"A los funcionarios sería mejor darles un subsidio a tenerlos en la Administración consumiendo papel"
Los trabajadores que no pueden ser despedidos no son santo de la devoción de este ínclito empresario. Es notorio y manifiesto su aversión hacia la figura del funcionario y, aunque lo ha manifestado en reiteradas ocasiones, en febrero de 2013 soltó algún perdigón demás: "Sería mejor ponerles un subsidio a que estén en la Administración consumiendo papel, consumiendo teléfono y tratando de crear leyes. Eso tiene un coste tremendo".
"La gente encuentra trabajo milagrosamente cuando falta un mes o dos para agotar el subsidio". Febrero de 2012
Ser un parado en España es bastante parecido a ser un pícaro vagazas que vive a costa de los trabajadores hasta que no puede más. Es lo que debe de pensar Rosell cuando afirma que "como aquí el subsidio dura hasta 24 meses, la gente encuentra trabajo milagrosamente cuando falta un mes o dos para agotar el subsidio". Y tiene razón, al menos, en lo de "milagrosamente".
"Quien se apunte al paro porque sí, habrá que decirle que no". Julio de 2011
Tan sólo hay algo peor que un funcionario para el jefe de los empresarios: el desempleado. No se puede estar en este país sin hacer anda y encima inflar las estadísticas. Aunque ésta declaración la hizo junto a otras "recomendaciones", destacaba porque estaba lanzando los globos sonda para la reforma laboral que se aprobaría medio años después.
"No puede ser que por defender los derechos de algunos se estropeen y se machaquen los derechos de otros". Febrero de 2012
Tampoco es particularmente partidario de las huelgas. Le incomodan. Los trabajadores no producen, las calles se llenan de gente y, ahora de nuevo, las cárceles de sindicalistas. Le gusta pensar en el bien común. "No puede ser que por defender los derechos de algunos se estropeen y se machaquen los derechos de otros", dijo meses antes de la primera de las dos huelgas generales que desencadenó la reforma laboral de 2012, que hacía justo lo que Rosell dice que "no puede ser".
"Hay una inflación de noticias negativas que debería moderarse"
Un mes después de la reforma laboral que abarataba y facilitaba el despido, con el paro más alto de toda la crisis y la destrucción de empleo más voraz. Con la prima de riesgo por las nueves, con el rescate financiero pendiendo de un hilo y la batería de recortes sociales más grande de la democracia, Rosell achacaba la desconfianza en la economía española al clima de negatividad de los medios de comunicación y de la opinión pública en general. Debería de preguntarse en qué mundo vivían los periodistas, porque él no entendía por qué tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario