lunes, 1 de julio de 2013

Invisible

Juan trabajaba en una planta distribuidora de carne. Un día, terminando su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo; en ese momento se cerró la puerta, se bajó el seguro y quedó atrapado dentro. Aunque golpeó la puerta fuertemente y comenzó a gritar, nadie pudo escucharlo.

La mayoría de los trabajadores se habían ido a sus casas, y fuera del refrigerador era imposible escuchar lo que ocurría dentro.


Cinco horas después, y al borde de la muerte, alguien abrió la puerta. Era el vigilante de seguridad que entró y lo rescató.


Juan preguntó a su salvador como se le ocurrió abrir esa puerta si no era parte de su rutina de trabajo, y él le explicó:

Llevo trabajando en ésta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero tú eres el único que me saluda en la mañana y se despide de mí en las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible. Hoy, como todos los días, me dijiste tu simple "Hola" a la entrada, pero nunca escuché el "Hasta mañana".  Espero por ese "Hola" y ese "Hasta mañana" todos los días. Para ti yo soy alguien, y eso me levanta cada día. Cuando no oí tu despedida, supe que algo te había pasado... Te busqué y... ¡¡te encontré!!.

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