Cada vez hay más trabajadores y trabajadoras en la cola del paro, según acaba de hacer público el Ministerio de Empleo y Seguridad Social con los datos del mes de septiembre en la mano. Son 79.645 nuevas personas, un aumento del 1,72% respecto al cierre de agosto, con lo que se alcanza la alarmante cifra de 4,7 millones de personas en paro, mientras que la afiliación en la Seguridad Social desciende en 86.174 personas.
Un colectivo especialmente afectado sigue siendo el de la juventud menor de 25 años, la mayoría solicitante de su primer empleo, con un aumento de 30.463 jóvenes más en paro (6,98%) respecto al mes anterior, abocándoles a una única salida: La emigración.
Por otra parte, el desempleo entre las mujeres se incrementa por encima del de los hombres, con una tasa de 2,04% frente al 1,40% masculino.
Todos estos datos son una clara demostración del rotundo fracaso de la Reforma Laboral, que se ha mostrado claramente ineficaz a la hora de solucionar el problema del desempleo. Tras ella, no se esconde más que un deseo de prolongar la crisis y recesión en beneficio de unos pocos, empeorando las condiciones laborales y provocando un aumento del paro, todo ello, en un intento de salvaguardar sus privilegios e intereses por medio del abaratamiento y facilidad del despido, empeoramiento de los sueldos y de las condiciones de trabajo y con la asunción de unas medidas que pueden abocar en la reducción o pérdida del subsidio, especialmente tras la reciente aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. La Reforma Laboral constituye una de las mayores agresiones a los derechos de la clase trabajadora desde la Transición y supone la pérdida de derechos conseguidos tras intensos años de luchas.
Si a esta precarización laboral sumamos la precarización de derechos básicos, como la educación y la sanidad -víctimas de salvajes recortes- junto al desmantelamiento y privatización de otros servicios públicos básicos, el panorama se convierte en desolador, y debe ser considerado como una auténtica provocación e insulto a nuestra dignidad.
Cada vez más vemos cómo se amplía el campo de personas vulnerables y excluidas (personas sin trabajo, sin techo, jóvenes, inmigrantes....) y aumentan las bolsas de pobreza en medio de una profunda fractura social.
Y como víctimas que somos, no sólo de las políticas gubernamentales tanto nacionales como europeas, sino, en primera instancia, de los dictámenes del capital, de la dictadura de los mercados, en suma, del poder financiero, nuestra respuesta ha de ser contundente y no debe limitarse a reclamar una transformación coyuntural, sino también estructural.
Por todo ello, la CGT apuesta por una movilización permanente hasta la derogación de todas estas reformas y recortes, y también por el cuestionamiento del sistema que las hace posibles. Una movilización permanente que nos conduzca a la Huelga General el 31 de octubre, una Huelga General inclusiva que abarca a toda la población, una huelga laboral, de consumo, social, ciudadana.
La respuesta está en nuestras manos, con la lucha constante en el centro de trabajo y la movilización en la calle. La CGT hace un llamamiento a toda la sociedad, a todos los colectivos desfavorecidos, para que confluyan todas las reivindicaciones sectoriales, un llamamiento a todas las organizaciones que estructuran la sociedad, para que hagan suya y utilicen esta jornada de Huelga General en defensa de una nueva sociedad basada en la justicia social.
Les decimos ¡NO¡ y se lo vamos demostrar el 31 de octubre.
Contra los Recortes, la Reforma Laboral y el Pacto Social
Que la crisis la paguen ellos
Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CGT
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