Con una niña limpiando la casa de un ejecutivo ilustra una autora egipcia un drama que afecta a 1,6 millones de menores. Desde Tailandia —principal destino para los miles de emigrantes de Myanmar (antigua Birmania), Laos y Camboya que huyen de la pobreza—, llegó el dibujo de un camión repleto de obreros junto a una limusina en la que descansa cómodamente un empresario.
Pero el más perturbador de entre los 13 kilos de originales que revisó el jurado quizá fue el que envió un argelino (que firma con el pseudónimo Aimeur), y que muestra a un empresario con una capucha negra a punto de degollar a un operario, imitando una de las cruentas escenas que ha dejado el Estado Islámico. Como diciendo que el horror que infringe en sus víctimas el grupo terrorista es el mismo al que son sometidos los trabajadores por sus jefes.
"La gente ha querido participar en un concurso europeo para dar su opinión sobre los derechos laborales y para nosotros ha tenido un valor incuestionable recibir, por ejemplo, un sobre con un dibujo hecho a mano enviado desde un lugar como Mombasa, en Kenia", explica el portavoz de CGT y miembro del jurado, Moisés Rial. Lo que más ha sorprendido a los promotores es que los participantes procedían precisamente de países donde menos se respetan estos derechos. Como Irán, segundo con más concursantes (31), solo superado por España (32).
El jurado estuvo formado, entre otros, por el dibujante Jaume Capdevila, Kap, y el periodista marroquí Ali Lmrabet, condenado a prisión y a una década de inhabilitación profesional por su trabajo en el semanario satírico que dirigía. Lmrabet protagonizó este verano una huelga de hambre ante la negativa del gobierno de Rabat de renovarle el DNI para evitar que volviera a editar su publicación.
La organización recauda fondos para editar un libro con una selección de las obras. Entre los participantes hay tanto aficionados como profesionales. Entre estos últimos están los tres primeros: Boranbayev, que trabaja en el periódico kazako Zhas Alash, el autor de libros infantiles rumano Liviu Stanila y el dibujante catalán Ferran Martín.
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