Parece que a estas alturas del modelo de desarrollo capitalista, hasta el "catedrático-primo de Rajoy" está convencido de que eso del cambio climático va en serio, y que algo habrá que hacer para no "matar a la gallina de los huevos de oro", mientras no descubran nuevas "colonias en Marte o la Luna con vistas al mar".
El planeta no aguanta más y, a tenor de que reviente, es decir, que se terminen las hortalizas de la huerta murciana, las naranjas en Valencia, el pescado del Cantábrico y toda Andalucía pase a ser un secarral, donde ni siquiera las hienas van a poder vivir, parece, sólo parece, que esta vez en la Cumbre del Clima de diciembre en París (la veinteava), los países ricos, sobre todo, EEUU, U€, China, Canadá, Japón… van a tener que poner límites al modo de producir y de consumir, para no terminar todos y todas consumidas, incluido el ciclo de la Vida.
El asunto del cambio climático ya no es solo patrimonio del ecologismo y de quienes veníamos insistiendo desde hace décadas que este modelo desarrollista, industrialista y productivista iba a reventar el planeta.
Hasta el "papa" ha exigido medidas drásticas (esperemos que empiecen por esa "santa casa", modelo de esquilmación de recursos y consumismos insostenibles) y ha señalado al capitalismo como el responsable, afirmando que…"el sometimiento de la política a la tecnología y las finanzas, se muestra en el fracaso de las cumbres mundiales sobre el medio ambiente…hay demasiados intereses particulares. El interés económico llega a prevalecer sobre el bien común…".
El capitalismo hoy no puede esconder que su sistema de producir y distribuir mercancías en base a una sobre explotación de los recursos naturales (petróleo, gas, hierro, níquel, etc.), más la esquilmación de los recursos hídricos (modelo de agricultura), es la causa de la degradación muy grave del medio ambiente.
Huir hacia delante con tratados multilaterales como el Tratado Transpacífico (TTP), el Tratado Transatlántico de inversiones y comercio (TTIP), el CETA, etc., que obligan –aún más- a la mayor explotación de recursos naturales finitos, sencillamente es suicida y un acto de genocidio contra la humanidad y el planeta.
El problema es tan serio que el mundo, la humanidad, las personas, no podemos dejar en mano de las transnacionales, de las grandes corporaciones mundiales del automóvil, de las petroleras, de las farmacológicas, de las financieras, de la construcción, de la alimentación…, las soluciones al PROBLEMA del Cambio Climático. De ser así, demos por fenecida cualquier posibilidad de que el ciclo de la Vida continúe, tal como lo conocemos.
Todos los seres humanos tenemos que pelear contra el modelo de crecimiento, contra el productivismo y la competitividad de este sistema capitalista, y adoptar un compromiso como humanidad con la naturaleza, de vivir todos y todas con otros mecanismos, que pasan necesariamente por dejar de utilizar drásticamente las energías fósiles y dejar de consumir mercancías inútiles que, ni necesitamos, ni son compatibles con la Vida. Tenemos que vivir con menos para, no sólo vivir mejor, sino para que podamos vivir en este planeta, nosotros y nosotras y las generaciones futuras.
El cambio climático sólo tiene una solución: la abolición del sistema capitalista. El planeta, todos los seres vivos, tendremos así una oportunidad.
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