Hay quienes afean el que otras personas hayamos dejado de trabajar para manifestar de esta cívica forma nuestra indignación por tanto atropello a los derechos de todo un pueblo. Otros miran de reojo a quienes ofrecieron ese día de jornal para que sea posible una alternativa a la crisis justa y equitativa para el pueblo, para los que poco o nada tienen y que garantice el trabajo y la vivienda para todas y todos. Algunos más se sienten más listos, o al menos "menos torpes", porque no se metieron en líos y han salvaguardado su escaso y raquítico jornal. Además están los que han sentido miedo a perder lo poco que tienen, su trabajo, por ni siquiera manifestarse a favor de la huelga. A estas personas solo queda decirles que es de humanos temer por las consecuencias y que habrá muchas otras formas de manifestarse, de tomar las calles, por las tardes, los sábados o fiestas de "guardar". Pero que lo hagan, porque si el miedo es libre, también es libre la opción de manifestar la desesperanza, la hartura de recibir malas noticias y de pagar siempre los mismos los platos que otros rompen.
Hoy un día después de la Huelga General, se confirma lo que se sabía, que el gobierno no dará su brazo a torcer, que en el parlamento se escenificará una vez más la farsa de que hay consenso, acuerdos, y que el texto de una infame reforma se "perfecciona", dando retoques en algunos términos, quitando de aquí o de allí alguna coma. Hoy sabemos algo más de cuanto queda por hacer. Seguro que ninguno de los que han ido a la Huelga está satisfecho con el comportamiento de sus compañeros y compañeras que sí han trabajado, con los de otras empresas que no han parado. Pero también son conscientes de que no es momento de reproches, sino de volver a insistir en la acción conjunta y solidaria para evitar los efectos nefastos de esta Reforma Laboral. Hora es de defender casa a casa, empresa a empresa, los derechos que nunca se han regalado y que siempre han precisado de sacrificios para conquistarlos.
RFenoy
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