En este mundo todos somos iguales y cada profesión tiene su valor. Por eso te pido respeto.
Si me ves venir de noche no me insultes diciéndome que soy un alienígena, no he bajado de ninguna nave espacial, si llevo uniforme brillante y uso conos reflectivos, es para que me veas en la distancia, por seguridad. No es la primera vez que algún niñato borracho ha estado a punto de atropellarme entre risas. Cuando haya recogido la basura de tu barrio, no salgas de tu casa y tires los desperdicios en la acera para después llamarme a gritos: "Ahí tienes, barrendero, para que no te falte trabajo".
Cuando pases con el coche no me lances botellas de plástico o papeles de periódico como si fuese tu criado, no me digas desde la ventanilla: "Recógelo que para eso te pagan", porque menudo ejemplo le estás dando a tus hijos. Estoy triste y cansado. A mí me pagan para dejar las aceras y las calles como los chorros del oro, para pasar la barredera y el cepillo y regar de agua la ciudad, para que al amanecer puedas salir de tu casa y pasear por la calle presumiendo de que tu barrio es el más limpio, el más amplio y el más humano del mundo.
Querido ciudadano, puedes gastar todo el dinero que quieras en servicios de limpieza más eficientes, pero si no eres cívico continuarás teniendo la calle llena de latas, papeles, plásticos y demás. Y no me refiero sólo a aquellos que remueven los contenedores buscando entre la basura, sino a niños, ancianos o adultos a los que no les importa tirar cáscaras de pipas, hojas de periódico o colillas al suelo, incluso en mi presencia y cuando acabo de barrer.
Me produce mucha tristeza haber terminado de limpiar una calle entera y volver la vista atrás para comprobar que todo está de nuevo sucio, que no has valorado mi trabajo, que has dejado un colchón en la acera, que has tirado la bolsa de basura en el interior de una papelera por no acercarte hasta el contenedor, que no has recogido las boñigas de tu perro, y has dejado sus orines por todas partes: paredes, rellanos, postes, ruedas. Un asco, vamos. No te quejes luego de que hay plagas de cucarachas o ratas muertas, de que tu barrio huele mal. La culpa no es mía. La ciudad es de todos y entre todos la tenemos que cuidar. Muchas gracias por tu interés y un saludo.
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