Valoraciones de los precios de consumo de diferentes productos en cinco años (CADENA SER) |
En general, el consumidor ha sufrido la necesidad de las administraciones de conseguir dinero que no lograban con los grandes impuestos. El tabaco es un ejemplo: casi cada vuelta de tuerca en el ajuste ha ido acompañada de una subida a los fumadores, que ahora pagan un 70% más que en septiembre de 2008. Más grave ha sido el incremento de las tasas universitarias, que ha encarecido un 47% el ir a la universidad. Los ayuntamientos y comunidades también han sobrecargado los precios de sus servicios: por el agua, la recogida de basura y el alcantarillado cobran un 28% más. No acaba aquí el ahogo para pagar los gastos de la vivienda: el recibo de la luz se ha disparado un 33%.
La salud también ha pagado la crisis con mayores costes para el usuario. Los medicamentos se han incrementado el 19%, como consecuencia del copago y la salida de muchos fármacos del sistema público. Y medicina privada, teóricamente tan competitiva, se ha disparado aun más: los seguros médicos se han encarecido el 28%.
La comida en general ha registrado una subida inferior a la media de la inflación. Pero dos alimentos básicos se han disparado: las frutas frescas, cuestan ahora un 38% más. Y las patatas un 30.
Caso aparte es el de las joyas, obviamente prescindibles. Se han disparado un 54%, como consecuencia de la espectacular subida del oro, un valor refugio.
Hay otra cosa que refleja claramente las estrecheces de la crisis. La ropa se vende un 7% más barata, los coches, tan reacios a bajar, se han abaratado un 3,5% y los electrodomésticos un 4%, muestra de las dificultades para vender. Mientras, reparar un coche, una lavadora o unos zapatos se ha disparado con una subida entre el 15 y el 19%.
Lo que ha tirado los precios la crisis ha sido lo que posiblemente se compraba con más alegría, sustituyendo uno tras otro en poco tiempo: los equipos electrónicos: móviles, cámaras de fotos ordenadores o equipos de sonido. La caída de las compras, la saturación del mercado y la entrada de fabricantes más baratos ha provocado un descenso del 45%.
Lo que no ha logrado abaratar ni la crisis, ni la caída de consumo ha sido el carburante: gasolinas y gasóleos se han encarecido el 20%. Mientras, el transporte aéreo, pese a que las compañías no paran de lanzar ofertas, ha subido en realidad el 17%.
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