lunes, 2 de octubre de 2017

El gráfico que todos los antivacunas deberían conocer

  
El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. La sentencia -en ambos sentidos- es perfectamente aplicable a la relación del ser humano con las infecciones. Enfermedades que estaban prácticamente erradicadas vuelven con bríos renovados gracias al movimiento antivacunas: en Rumanía, por ejemplo, ya son 32 los muertos y 8.000 los contagiados de sarampión en los últimos 10 meses, después de que la tasa de vacunación de esa enfermedad cayera del 95 al 89%.
  
Muchos de los padres de los niños fallecidos por esta epidemia probablemente se sorprendan de que el sarampión mata. Pues sí, es una enfermedad mortal, aunque una ínfima parte de lo que fue en su día. Hace sólo un siglo la mayor parte de la gente moría por enfermedades infecciosas como la tuberculosis o la neumonía, tal y como se recoge en este gráfico interactivo elaborado por la Oficina Estadística del Reino Unido. Sólo a partir de mitad del siglo XX, las infecciones dejan de ser la primera causa de muerte, y lo que nos empieza a matar son… los accidentes de tráfico y los ataques al corazón. Los datos para España son bastante parecidos: las enfermedades infecciosas quitaron 167 años de vida por cada 1.000 habitantes en 1910 y sólo 0,6 en 1995.
 
¿Qué sucedió en torno a 1950 en los países con una sanidad más desarrollada? Muy fácil: campañas de vacunación masivas que desterraron para siempre enfermedades como la viruela y convirtieron en simples dolencias incómodas enfermedades antes letales, como la gripe o el tétano.
 
Curiosamente, la epidemia de los accidentes de tráfico también fue superada, o al menos contenida, a finales del siglo XX. ¿Y qué nos mata ahora? Pues básicamente el cáncer, especialmente entre las mujeres, y las enfermedades coronarias y el suicidio, entre los hombres. El cáncer era antaño mucho más infrecuente por la simple razón de que la mayoría de la gente moría antes de un sarampión o de una tuberculosis y no solía alcanzar la provecta edad de nuestros abuelos.

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