lunes, 23 de marzo de 2020

Yo no me puedo quedar en casa

Tengo que trabajar con guantes, mascarilla y evitando, y digo evitando porque es IMPOSIBLE, que nadie me toque o me hable a menos de un metro. Y afortunadamente tengo esta protección que mi empresa me facilita a diario.
  
Trabajo en un supermercado y estoy harta. Somos de los pocos establecimientos abiertos a día de hoy, pero abrimos para que nadie se quede sin comida en su casa. Abrimos para comprar carne, pescado, pastas... y claro que se pueden comprar chocolates, pizzas, cervezas y helados, pero una vez a la semana, en la compra de la SEMANA.
  
Trabajo para que ancianos, niños y adultos coman en casa, no trabajo para que ayer viernes y hoy sábado se llene la tienda de gente comprando dos pizzas, comprando un bote de helado o comprando la merienda.
  
Que el supermercado esté abierto no implica que tú, que estás aburrido en casa, tengas que venir 2 veces al día o 6 veces a la semana.
  
Que el supermercado esté abierto implica que seáis responsables, que no increpéis a la cajera o al responsable porque no queda papel del WC (puesto que estás aburrido en casa, te das un bañito). 
  
Que el supermercado esté abierto no implica que tengas que quejarte de que tus yogures favoritos los sin-azúcar-con-fresas-desnatados-cremosos-y-con-polvo-de-unicornio no hayan venido hoy, porque seguro que sí hay yogures de fresa normales.

Que el supermercado esté abierto implica que nosotrxs, los que trabajamos allí estamos expuestos x1000 al virus y con ello nuestras parejas, hijos y una cadena de personas que no me quiero parar a pensar.
  
Y trabajo en un supermercado, pero no quiero contagiarme; no quiero que se contagie mi MADRE que también está atendiendo en otro supermercado, no quiero que ningún colega de otro super siga pasando por esta circunstancia.
  
Me molesta, me molesta mucho pasar una compra de únicamente chocolate y Redbull... eso NO es primera necesidad. Eso es EGOÍSMO.
  
Si no os quedáis en casa (ojalá yo pudiera), nos vais a matar a todos.
  
Venid a comprar, no digo que no, pero venid de uno en uno, rápido, con la lista hecha, sin tocarnos, sin preguntarnos por cien cosas, sin quejaros, una vez a la semana y con responsabilidad.

Os tengo que sonreír, pero cada vez me cuesta más.
  
Gracias.
Paula (trabajadora en un supermercado)

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