Su vida en Huesca transcurre entre sus clases, su dedicación al arte y su militancia en la CNT que le costó cárcel, exilio y finalmente su muerte y la de su mujer.
Hoy en día se le recuerda más vinculado a su obra artística, tanto pictórica como escultórica, que a su vida militante. Pero ni su obra ni su magisterio podrían entenderse plenamente al margen de su implicación en el movimiento libertario.
El 18 de julio de 1936, como representante de la CNT, es una de las personas que van a reunirse con el Gobernador de la capital oscense para pedir armas y lealtad a la República. Con falsas promesas se retira a su domicilio. La traición y mentiras del Gobernador harían que Huesca cayera en manos fascistas al día siguiente. Ramón se ve obligado a esconderse en un hueco tras un armario junto a su mejor amigo Juan Arnalda. Cansado de ver cómo los falangistas maltrataban a su mujer en busca de información sobre su paradero, Acín tomó la resolución de entregarse. Antes, le dibujó a Arnalda un bigote para que pudiera escapar camuflado en la noche. Arnalda murió en Francia en 1977, Acín en las tapias del cementerio de Huesca unos días después, el 6 agosto de 1936. A pesar de haberse entregado para evitar las torturas a su mujer Conchita Monrás, los falangistas también se la llevaron detenida y fue asesinada el 23 de agosto junto a otras 94 personas.
Ramón fue una persona querida y recordada. Dejó una huella profunda entre sus alumnos, en especial en Francisco Ponzán, héroe durante la II Guerra Mundial, que llegó a pedir ser enterrado junto a su maestro; las tropas nazis lo asesinaron y quemaron a las afueras de Toulouse impidiendo cumplir su deseo. Pero antes de tan siniestro final, Paco homenajeó a su manera a su maestro y amigo: en noviembre de 1941 se infiltró junto a otros compañeros en Barcelona y llevaron a cabo una acción en recuerdo de Acín y Durruti repartiendo decenas de pajaritas para que los y las barcelonesas se las pusieran en la solapa.
Las Pajaritas es quizá el monumento más conocido de Ramón, erigido en el Parque de Huesca el año 1929. Cuando el autor supo de la intención del Ayuntamiento de Huesca de construir un parque en la ciudad, escribió lo siguiente: "Las aguas, las escuelas, los árboles. He aquí los tres problemas capitales de la ciudad. Todo para los niños, la higiene, la cultura, la alegría y la salud. Los niños son la única esperanza de un mañana mejor". Las Pajaritas sobrevivieron a la guerra y la dictadura y siguen presentes hoy en día en el Parque.
Para recordar a Ramón, queremos rememorar la acción de Paco Ponzán mezclando lo analógico y lo virtual. Animamos a la gente a ponerse una pajarita de papel en la solapa o en la terraza de un bar, o en su mesa de trabajo pero también a poner la imagen que adjuntamos en los perfiles de las Redes Sociales, de WhatsApp a Facebook, Twitter...
Que la crueldad del fascismo no logre borrar su recuerdo.
Ateneo Paco Ponzán
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