No es la primera vez ni será la última que las direcciones de las empresas intentan influir en sus trabajadores valiéndose de mil artimañas. Pero pocas veces hay pruebas tan contundentes de sus presiones y juego sucio como el comunicado detectado en la factoría de Michelin en Valladolid, firmado por Luis Antonio Fernández Calleja, responsable del departamento de Relaciones Laborales.
El comunicado, difundido entre el personas de la fábrica ante las elecciones sindicales que tendrán lugar durante los próximos días 17, 18 y 19, pide -se supone que a los mandos intermedios- su injerencia en el proceso:
"Es preciso que en vuestros ámbitos de responsabilidad, como hemos hecho siempre, animemos a nuestro personal a ejercer su derecho al voto, por lo que solicito de nuevo vuestra ayuda para que a través de vuestros colaboradores, y de la manera que sabemos hacerlo, consigamos una alta participación que nos permita minimizar el impacto que pudiéramos tener por el alto grado de participación que se prevé en el voto radical".Además de reconocer que es una vieja práctica empresarial, cuando menos preocupante es la expresión "de la manera que sabemos hacerlo". Apelar al estímulo a la "alta participación" en las elecciones no sería criticable siempre y cuando el objetivo no sea "minimizar el impacto que pudiéramos tener por el alto grado de participación que se prevé en el voto radical".
Quiénes son esos radicales de los que habla el señor Fernández Calleja: ¿CCOO? ¿UGT? ¿CSIF?... ¿o tal vez CGT? La composición actual del comité de empresa es: 9 CSIF, 5 UGT, 5 CCOO y 4 CGT.
Pero las presiones van más allá del comunicado del responsable de Relaciones Laborales. Los gestores de personal, en las entrevistas que están manteniendo con los trabajadores, están intentando condicionar su voto. Este proceder lo viene realizando la multinacional francesa Michelin con las nuevas incorporaciones, a cuyos trabajadores se les comenta que hay cuatro sindicatos pero que se les aconseja que en caso de afiliarse lo hagan a uno de los tres: CSIF, UGT o CCOO. En esta ocasión no se libran ni los prejubilados, o los que están a punto de poder serlo, a los que se les están haciendo llegar mensajes de que su futuro depende del resultado electoral.
El despido de Isabel
El pasado 25 de julio, Isabel M.F., trabajadora de Michelin con contrato indefinido recibió la carta de despido alegando 'bajo rendimiento'. Isabel se encontraba de baja desde hacia algún tiempo 'producida por los sobreesfuerzos realizados en su puesto de trabajo'.
La empresa, que no acudió al acto de conciliación celebrado el 20 de agosto, viene utilizando un régimen sancionador, incluido en el último convenio gracias a CSIF, UGT y CCOO, y que ha propiciado numerosas sanciones.
Unos 670 trabajadores de Michelin -de los 1.100 que forman el grupo obrero- han firmado ya la petición de readmisión de Isabel. Mientras la mayoría del comité de empresa no ha celebrado la reunión ordinaria los últimos dos meses para no tratar este asunto, que ya ha llegado a París.
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